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Para evitar el
sol directo, los hipos suelen pasar el día dentro del agua, dándose baños de
barro y salen por la noche para alimentarse de pasto y algún que otro pequeño
mamífero. Y cuando no tienen más remedio que salir a tierra firme con un sol de
justicia, se cubren con su particular crema protectora.
Dos ácidos son los responsables.
En 2004 un equipo de la Universidad Farmacéutica de Kyoto (Japón) analizó la composición de la secreción rosácea de los hipos.
Entre los compuestos que formaban la mucosidad encontraron dos pigmentos, que dan el aspecto sanguinolento al fluido. Uno es responsable del color rojo y otro del naranja. Los han bautizado como ácido hiposudórico y ácido norhiposudórico, respectivamente
Ambos compuestos son inestables y tienden a polimerizarse (unirse unos con otros hasta formar una gran cadena) y como consecuencia, su aspecto cambia. Así el aceite rosáceo se convierte en una masa sólida marrón.
Pero el hipopótamo excreta estas moléculas embebidas en una mucosidad que les permite mantenerse estables durante horas.
Diversas propiedades
Los dos compuestos absorben parte de la radiación ultravioleta así que actúan como protector solar y además son hidrofóbicos, es decir, repelen el agua, por eso, perfecto para que la piel de los hipos no se deshidrate.Para rematar, el pigmento rojizo también es antiséptico. Los hipopótamos se enzarzan en peleas a menudo, en las que se hacen heridas y desgarros en la piel, que casi nunca se infectan.
En parte, es gracias a este pigmento, que impide el crecimiento y reproducción de las bacterias Klebsiella pneumoniae, que produce infecciones en los pulmones, y Pseudomonas aeruginosa, que infecta y produce graves desarreglos cuando el organismo está debilitado por una herida o alguna enfermedad.